jueves, 11 de junio de 2015

TURQUÍA - Adiós Estambul

24 de Septiembre de 2013





Comienza nuestro último día en Estambul y aún nos queda ¡tanto por hacer! que el viaje se nos ha quedado corto. Nos dirigimos hacia el Puente Gálata buscando un sitio donde desayunar. 
El barrio de Karaköy, no fue construido ni por bizantinos ni por otomanos, si no que fue una colonia de la República de Génova desde 1273 hasta la Caída de Constantinopla. Su nombre genovés, Gálata, en italiano significa cuesta abajo, mientras que su nombre turco, Karaköy, quiere decir pueblo negro

Caminando por Karaköy

Caminamos hasta el puente por callejuelas empedradas y llenas de vida. Hay muchísimo movimiento: comercios, gente que va y viene ocupados en sus quehaceres, coches, taxis que al vernos mapa en manos hacen sonar sus bocinas ofreciéndonos su servicio, vendedores callejeros, limpiabotas, camareros a la caza de clientes…
Nos decidimos por un restaurante y cafetería frente al puente llamado Karaköy Özüt y nos sentamos en las mesitas de la terraza de fuera para poder disfrutar del ambiente del barrio. Mientras  desayunamos, frente a nosotros, un zapatero-lustrabotas limpia los zapatos a los transeúntes y realiza pequeñas reparaciones: zapatería ambulante. 


Tomamos té, pan, omelette, tomate, un queso hecho con leche de búfala, miel… Yo pido un plato de la carta de desayunos al azar llamado menemen (por puro espíritu aventurero) que resulta ser una especie de revuelto con huevo, cebolla, pimientos… todo muy especiado y en un recipiente metálico. 
Con las pilas bien cargadas nos dirigimos hacia la Torre Gálata. El camino, todo cuesta arriba, atraviesa un barrio pintoresco y colorido en el que los turistas nos deleitamos haciendo fotos, lleno de pequeñas tiendas con mucho encanto: teterías, cafés, tiendas de fruta, de ropa…

La Torre Gálata es una construcción circular de piedra que data del año 1348. En tiempo de los genoveses era una torre de vigilancia militar pero durante el Imperio Otomano se le dio otro uso: vigilancia contra incendios. 


En su interior funcionan dos ascensores para que los turistas puedan disfrutar de las mejores vistas de la ciudad. Sin embargo no llegan hasta arriba del todo. Las últimas plantas hay que subirlas por escalera, un ascenso bastante duro si no estás en forma. Antes de llegar a disfrutar de las ansiadas vistas deberás atravesar una tienda de regalos, un restaurante muy exclusivo con sala de fiestas, e incluso te encontrarás un pequeño estudio fotográfico en el que puedes disfrazarte con vestimentas otomanas antiguas y hacerte alguna foto acompañado de modelos disfrazadas de la época. 
Desde la terraza superior a la que se accede por unos ventanales podrás tomar una de las fotos más típicas de Estambul: el Puente Gálata con Yeni Cami y las monumentales Santa Sofía y Mezquita Azul al fondo. 


Además de numerosas fotos con encanto como los balcones y terrazas exquisitamente decorados de los edificios cercanos. 


Bajando de la torre nos topamos con un puesto de frutas frescas en el que te preparan zumo en el momento. Nos tomamos uno de granada tan puro que quema la garganta (no exagero para nada). 


Nuestro camino continúa ahora por Istiklal Caddessi (Avenida de la Independencia) una ancha peatonal por la que circula también el tranvía nostálgico, un tren turístico inaugurado en 1990 pero cuyos coches datan de la década de 1920 (tiempos de la Independencia). 


Istiklal une la Torre Gálata con la Plaza Taksim, el punto central de Estambul. Es una arteria elegante y concurrida en la que encontrarás todo tipo de tiendas tradicionales, pastelerías, chocolaterías, tiendas de música, de arte, cines, teatros, y un largo etcétera. Si te adentras en las callecitas colindantes te sumergirás en un ambiente bohemio y con mucho encanto en el que podrás tomarte un té con baklavas mientras juegas una partida de tavla (backgammon), cuyo tablero te proporcionará cualquier camarero al que se lo pidas. 
Como curiosidad, decir que en esta calle nos encontramos con la Iglesia de San Antonio de Padua, un importante templo católico en cuya entrada hay una estatua del papa Juan XXIII con la inscripción "amigo del pueblo turco".

San Antonio de Padua

La Plaza Taksim es el epicentro de la Estambul moderna y a su alrededor encuentras las tiendas y hoteles más exclusivos de la ciudad. En su mismo centro se erige el Monumento a la República, que representa a los fundadores de la misma, de los cuales destacan los dos primeros presidentes, Atatürk e Inönü. En un segundo plano aparecen también Mijaíl Frunze y Kliment Voroshilov, dos líderes bolcheviques cuya presencia en el grupo escultórico es un homenaje a la ayuda que dio Lenin a los turcos durante su Guerra de Independencia. Cabe decir también que el monumento fue financiado por mismo pueblo. 


Abandonamos la Plaza Taksim y nos dirigimos hacia el Palacio Dolmabahçe atravesando el Parque Gezi, una agradable zona ajardinada con fuentes. Recientemente (hace sólo un par de meses) fue causa de disturbios porque el Gobierno había decidido derruirlo para construir un centro comercial. Por suerte los manifestantes consiguieron impedirlo.

Parque Gezi

Entre los imperdibles de Estambul, el Palacio de Dolmabahçe es una de nuestras visitas pendientes. Quizás la más importante. Por cuestiones de tiempo no pudimos conocerlo por dentro (queríamos ir a la Mezquita de Ortaköy y al Museo Militar donde en un rato habría un concierto de una banda de jenízaros). Las vistas de fuera, con la Torre del Reloj, ya son muy prometedoras. 


Es la hora de comer y lo hacemos entre el palacio y la Mezquita de Ortaköy, en un restaurante junto al Bósforo. Según mi madre se comió ahí la ensalada más exquisita de su vida. 
Después del descanso nos damos cuenta de que nuestra elección fue la peor. La mezquita está cerrada, así que nos dirigimos al Museo Militar apurando el paso para llegar a tiempo al concierto. Pero, ¡oh, sorpresa! Cierra los martes. Así que nos hemos quedado sin palacio, sin mezquita, sin concierto y sin museo. 
Demasiado tarde para visitar Dolmabahçe nos dirigimos hacia el Puente Gálata para tomar, del otro lado del Cuerno, el tranvía hacia Sultanahmet. Queremos visitar por última vez la Mezquita Azul. 


Llegamos justo para escuchar la llamada a la oración. Esperamos a la salida de los fieles leyendo tranquilamente los textos religiosos e históricos que se exponen en el avlu. La experiencia es radicalmente opuesta a la de la primera vez. No hay casi turistas y el ambiente en el interior es de absoluto silencio y paz. 


Al lado de la mezquita, ya poniéndose el sol, recorremos el antiguo Hipódromo Romano, reminiscencia de los días de gloria de Constantinopla del que hoy sólo queda el trazado y dos obeliscos, el de Constantino y el de Teodosio. El más llamativo es el segundo, ya que fue traído de Egipto en el año 357. 

Obelisco de Teodosio

Terminamos el día y con él nuestro viaje cenando los típicos bocadillos de pescado junto al Puente Gálata.


A la mañana siguiente tomaremos temprano el vuelo de regreso a Madrid. En nuestro corazón la firme intención de volver a Estambul. 

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