20 de Junio de 2012
Hoy toca conocer a fondo la ciudad. Comenzamos recorriendo el cinturón verde que la rodea desde la Barbacana, en el extremo norte del casco antiguo, justo enfrente de la Puerta Florianska. Es una fortificación cilíndrica de ladrillo construida en la Edad Media para servir de puesto de control a la entrada de la ciudad.
Barbacana
Continuando por los jardines llegamos a una oficina de información turística. Habíamos oído que en Cracovia era fácil poder asistir a algún concierto de música clásica, así que entramos a preguntar. Nos informan que es habitual que haya pequeños conciertos en hoteles, restaurantes e iglesias todas las tardes y nos dan un folleto informativo con una lista de hoteles exclusivos en los que poder asistir a distintos espectáculos. Lamentablemente en nuestro equipaje no contemplábamos la posibilidad de ninguna cena “formal”, por lo cual esta idea queda descartada.
Seguimos caminando hasta encontrar el Teatro Julius Slowacki. Es una bella obra arquitectónica construida a finales del siglo XIX. Como curiosidad podemos mencionar que fue el primer edificio en Cracovia equipado con luz eléctrica. Es una construcción enorme coronado por cinco cúpulas verdosas: cuatro pequeñas en los extremos y una grande en el centro. Supongo que el color se debe a que el material en el que están construidas es bronce, que toma esa tonalidad con el paso del tiempo.
Teatro Julius Slowacki
No hemos desayunado. Paradita en una chocolatería-pastelería que tiene una pinta estupenda. Tres cappuccinos y tres porciones de tarta de chocolate. Estamos listos para seguir.
Entramos en el casco antiguo por una calle lateral y enseguida divisamos la Basílica de Santa María, posiblemente el edificio más famoso de la ciudad. Se empezó a construir en el año 1355 y se terminó en 1406. La corona dorada que remata la torre más alta, que mide 80 metros, fue colocada en 1666. En su interior alberga el retablo de madera más grande de Europa, realizado por uno de los mayores escultores de la historia, Veit Stoss.
Bajamos por la calle Grodzka hasta toparnos con la Iglesia de San Pedro y San Pablo, precedida por un gran cartel que anuncia un concierto para esa noche. Se trata de un templo católico barroco al que se puede entrar libremente y por un donativo puedes conseguir una audioguía que te cuenta la historia de la iglesia y su cripta, donde se encuentra el sepulcro del fraile jesuita Skarga Piotr, impulsor de la construcción. Es la iglesia de mayor tamaño del centro de la ciudad teniendo en cuenta el aforo. En su fachada destacan las esculturas de los 12 apóstoles, que no son las originales, puesto que al estar muy dañadas fueron sustituidas por copias modernas. Tras realizar la visita compramos unas entradas para el concierto de esa noche, una representación barroca que realizaría una orquesta de cuerda.
Siguiendo por la misma calle se llega al Castillo de Wawel, una fortificación de color rojo que consta de varias edificaciones situadas alrededor de un patio. Habiendo sido Cracovia la capital histórica de Polonia este castillo fue la residencia oficial de los reyes. Durante la Ocupación Alemana se convirtió en la residencia del gobernador general de Polonia Hans Frank. Tras la guerra se abrió al público y hoy ofrece una serie de museos y colecciones independientes que puedes visitar por separado según tus intereses: las Salas del Estado, los Apartamentos Reales, la Exposición de Arte Oriental (donde podrás ver la colección de tiendas de campaña otomanas más grande de Europa) o la Guarida del Dragón, unas cuevas subterráneas de piedra caliza donde, supuestamente, se escondía el dragón (Smok, en polaco) que les da nombre. Como curiosidad decir que un fragmento de una de las columnas del castillo se encuentra en la entrada principal del Chicago Tribune Centre, un regalo a esta ciudad por tener la mayor colonia polaca fuera de Polonia.
Entre el castillo y el gran río Vístula se puede ver una curiosa estatua metálica de un dragón que lanza fuego cada cinco minutos. Fue levantada en 1970 como recuerdo de una de las leyendas más famosas de Polonia:
En tiempos del príncipe Krak (origen del nombre Cracovia) la desgracia llegó al país. Todas las noches los pastores perdían a sus animales y también empezaron a desaparecer algunos habitantes. Nadie sabía lo que estaba ocurriendo hasta que un niño descubrió a orillas del Vístula una cueva y dentro al durmiente dragón.
El príncipe Krak, al enterarse, ofreció la mano de su hija, la princesa Wanda y la mitad del reino a quien acabara con el monstruo. Tras fracasar los más fuertes y valientes caballeros un zapatero llamado Skuba dijo tener la solución: rellenar la piel de una oveja con alquitrán y azufre y dejarla en la puerta de la cueva por la noche para que el dragón la devorase. A la mañana siguiente y tras comerse a la falsa oveja el dragón sintió mucha sed, se acercó al Vístula y bebió tanta agua que acabó reventando. Y así el humilde zapatero obtuvo medio reino y la mano de la princesa.
Siguiendo el curso del río hay un bonito paseo que se puede realizar tanto a pie como en bicicleta. En una explanada de hierba encontramos una serie de tumbonas en las que la gente toma el sol. Un cartel reza: túmbate gratis durante media hora y luego deja el sitio a otra persona. Así, caminando, entramos en Kazimierz, el barrio judío de Cracovia.
Kazimierz ha sido la comunidad judía más importante de Polonia desde el siglo XIV. Tras la Segunda Guerra mundial quedó drásticamente despoblada transformándose en una zona marginal y poco segura. Sin embargo, a día de hoy es un barrio bohemio y muy atractivo, lleno de cafés, galerías de arte y muchas expresiones callejeras de arte naïf. Ofrece también la posibilidad de visitar algunas sinagogas, ya que son muchas las que se encuentran distribuidas por el barrio. Nosotros escogimos la conocida como Sinagoga Temple, que se convertiría en el primer templo judío que visitáramos en nuestra vida.
Es una edificación sencilla por fuera y muy colorida por dentro, con bancos y paredes rojas y techos con ornamentación dorada. El lugar más importante, el arca sagrada, flanqueada de cuatro columnas de mármol rojo es, naturalmente, el espacio más bonito de la sala. Lamentablemente no podemos apreciar toda la decoración interior puesto que se halla en obras y muchos de los espacios están tapados con plásticos negros. De hecho hay gente trabajando. Para entrar los hombres deben cubrirse la cabeza con la tradicional kipá que ellos mismos te facilitan a la puerta. La entrada cuesta 5zł.
Arca Sagrada
Paseamos por el barrio disfrutando del ambiente, descubriendo cosas curiosas que no nos esperábamos, como por ejemplo la antigua fábrica de máquinas de coser Singer transformada hoy en una cafetería muy peculiar. Nos topamos también con un mercadillo callejero en el que se vendía desde plantas y flores hasta antigüedades y artesanías. Aprovecho para hacerme con un vinilo de Rachmaninoff.
Antigua fábrica de Singer
Elegimos para comer un restaurante muy agradable y acogedor donde tomamos unos platos que podrían ser de alta cocina por un precio irrisorio (17zł/persona). Dentro del local hay un patio interior acristalado en el que comemos al aire libre y a la vez a la sombra.
Después de comer emprendemos el regreso, que no es corto y, una vez en el hotel, nos duchamos y cambiamos para ir al concierto en la Iglesia de San Pedro y San Pablo.
Hoy hemos caminado sin para unas 17 horas, estamos destruidos. Mañana saldremos rumbo a Eslovaquia y volveremos tres días después para dedicar una última jornada a esta bella ciudad.
¡Hasta luego Cracovia!
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