miércoles, 17 de junio de 2015

CRACOVIA - Minas de Sal y Fábrica de Schindler

19 de Junio de 2013





Nos levantamos temprano y preparamos las mochilas. Desayunamos unos cafés con unos bollos de canela en una cafetería junto a la puerta Florianska y nos dirigimos hacia la parada de autobús 304 en las cercanías de la Galería Krakowska. 


Wieliczka es un distrito a las afueras de Cracovia, a unos 20 o 30 minutos del centro. Es un barrio muy verde de casas bajas y cuyo único interés turístico son las minas de sal, las cuales han propiciado cierta prosperidad en los alrededores: cafeterías, restaurantes, tiendas de souvenirs..., aunque la actividad más importante de la zona sigue siendo la extracción de sal, puesto que la mina sigue en activo. 
La conocida como Catedral de la Sal se encuentra a una profundidad de más de 300 metros y sus galerías alcanzan los 300 kilómetros, aunque sólo son visitables 3,5. Sólo están permitidas las visitas con guía, por lo que tienes dos opciones: contratar un guía de forma individual o acoplarte a uno de los grupos que vayan a realizar la visita (hay un horario de pases en distintos idiomas). Nosotros nos esperamos un rato para unirnos a un grupo con guía en español. Junto a nosotros, otros españoles, algunos argentinos, un numeroso grupo religioso de curas y monjas mejicanos y también unos ciclistas italianos que al no haber pase en su idioma se unieron al nuestro. Nos llamaron mucho la atención porque eran unos veteranos que, según nos contaron, cada año realizaban la vuelta en bicicleta a un país europeo. 

Patio de entrada a las Minas de Sal

Lo primero que hacemos es bajar unas interminables escaleras de caracol que nos llevarán a casi 300 metros bajo tierra (aproximadamente unos 15 minutos bajando a ritmo moderado). 
Al comienzo del recorrido, una estatua de Goethe esculpida en sal. Nos explican que todo lo que vamos a ver ha sido hecho por los mineros que llevan trabajando allí desde el siglo XIII, esculpido exclusivamente en este material, incluso una inmensa capilla con sus bancos, escaleras, altar y una gran estatua del Papa Juan Pablo II (que, de hecho, visitó este lugar). También los candelabros que iluminan la estancia son hechos en sal. 

Capilla de San Kinga

Las galerías, húmedas y oscuras, nos llevan a un lago en el que, en ocasiones, se realizan conciertos de música clásica. Hacia el final del recorrido hay una especie de restaurante-buffet en el que puedes comprar bocadillos y bebidas y donde almorzamos. Aquí la guía se despide de nosotros. Unos metros más adelante un ascensor nos lleva otra vez a la superficie. 


Ya de regreso en Cracovia nos disponemos a tomar el tranvía para visitar la fábrica de Oskar Schindler. De hecho, la fábrica está algo alejada de la estación en la que nos bajamos
, por lo que primero hay que callejear por unos barrios residenciales. Hora de consultar el mapa. Oh, oh… Busco por todos los rincones de la mochila pero nada. Me lo he debido dejar olvidado en el tranvía. A ver si es verdad que preguntando se llega a Roma. 
Hace mucho calor y son las 18:30. En la calle muy poca gente a la que preguntar. Aún así, por pura suerte, al girar una esquina nos encontramos con el famoso edificio. ¡Menos mal!

Entrada a la fábrica

Aunque la historia de Oskar Schindler es harto conocida (en particular gracias a la película La lista de Schindler), para quienes no sepan quién fue les comento un par de datos que es importante saber antes de visitar este lugar.
Oskar Schindler fue un empresario alemán que durante la ocupación nazi de Polonia compró una fábrica de ollas. Con el propósito de conseguir mano de obra barata comenzó a emplear judíos procedentes del campo de trabajo de Plaszow. Es decir, en principio sus intereses eran puramente de negocios. Sin embargo, al conocer la situación que sufría este colectivo comenzó pidiendo permiso a las autoridades para que los obreros pernoctaran y comieran en la fábrica y al final terminó empleando tanta mano de obra que su negocio empezó a dar pérdidas. Por ese motivo pasaron de fabricar ollas a fabricar munición para la guerra. La empresa se había convertido en una fórmula para salvar vidas. Se calcula que consiguió rescatar a más de 1.200 personas.


La fábrica a día de hoy acoge un museo llamado Cracovia bajo la Ocupación Nazi. Y aunque la muestra es interesante, lo más llamativo es la forma en la que está ambientado. Puedes recorrer un pasillo zigzagueando entre banderas nazis, pasar de una habitación a otra a través de las puertas de un vagón de tren de los campos de exterminio, meterte en un cubículo de paredes transparentes completamente relleno de las ollas fabricadas allí o entrar en un enorme cilindro simulando un gigantesco periódico en el que puedes leer el nombre de todas las personas que fueron rescatadas por Schindler.
Hay también muchísimos carteles, periódicos de la época, curiosas propagandas anticomunistas y el despacho en el que Oskar trabajaba con sus efectos personales.

Escritorio de Oskar Schindler

El precio de la entrada son 19zł.
Al finalizar el recorrido hay una sala de descanso donde puedes dejar tus impresiones en un libro de visitas.

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