miércoles, 17 de junio de 2015

CRACOVIA - Auschwitz

24 de Junio de 2012




La visita se realizó en completo silencio. Ninguno de los participantes osamos siquiera formular una sola pregunta, hacer una observación en voz alta, emitir una opinión o un juicio. Las palabras sobraban. Todas. 
Los ojos contemplaron incrédulos las pruebas de aquel horror tan brutal mientras en el fondo del alma cada uno de nosotros se preguntaba: “¿Qué mierda tiene que pasar por la cabeza de un ser humano para llevar a cabo algo como esto?” Nadie halló la respuesta… 
Indudablemente el hombre es capaz de la más espantosa de las crueldades, y al mismo tiempo de la más férrea resistencia ante cualquier adversidad. 
Imposible quedar indiferente ante semejante página de la reciente historia… 
Quisiera poder compartir con mis amigos lo que he sentido, pero no puedo, por la sencilla razón de que no lo sé… y aunque a mis labios arriban las palabras: tristeza, dolor, rabia, miedo… creo que la que mejor define lo que en mi corazón late es “sorpresa”. Quizá algún día pueda explicar el porqué… 
Para los que no lo saben, hoy he visitado Auschwitz. 
Nahir Subelzú.-




Tras pasar tres días conociendo el norte de Eslovaquia regresamos a Cracovia. Sólo nos queda un día que dedicaremos a conocer los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, a 70 kilómetros de la ciudad. Para ello es necesario ir a la estación central de autobuses en la calle Bosacka 18 y sacar un billete para la ciudad de Oświęcim (el nombre polaco, ya que en realidad Auschwitz es la traducción alemana de esta pequeña localidad).
En los alrededores del pueblo se situaban tres grandes campos: Auschwitz I, Auschwitz II-Birkenau y Auschwitz III-Monowitz, aunque la visita abarcará sólo parte de los dos primeros.
Bajamos del autobús antes de llegar a la última parada en el centro de la ciudad, concretamente en la llamada Oświęcim Museum. Nos dirigimos a las taquillas donde sacamos las entradas para una visita guiada en español. Todos aquellos que quieran entrar pueden hacerlo de forma gratuita siempre que lo hagan sin guía. El precio de la visita guiada depende de la cantidad de personas que formen el grupo y se pueden consultar en la página web oficial del memorial.
La visita comienza junto al famosísimo cartel de entrada que reza en alemán Arbeit macht Frei (generalmente traducido como “El trabajo os hará libres”, aunque su traducción literal es “El trabajo hace libre”). 


Antes de entrar nos entregan un receptor con unos auriculares que sintonizamos en la frecuencia en la que oiremos a nuestra guía. Esto permite que ella pueda hablar en un tono sumamente bajo y que nosotros podamos escucharla perfectamente ajustando el volumen. Lo primero que nos pide es que guardemos el máximo respeto y no levantemos tampoco ninguno de nosotros la voz. Esto le otorga a la visita un ambiente muy especial en el que uno se puede sumergir en la historia acontecida y en el que lo sentimientos se encuentran muy a flor de piel.
Aunque la historia es harto conocida es interesante mencionar que el campo fue liberado por el Ejército Rojo en enero de 1945. La primera intención de los oficiales al ver la barbarie perpetrada en este sitio fue borrar todo rastro del lugar dando las órdenes pertinentes para destruirlo todo. Sin embargo los mismos prisioneros recientemente liberaros pidieron a las autoridades que se conservara para que la humanidad tuviera conocimiento de lo que allí sucediera. Por lo tanto en 1947 se reabrió como museo memorial, convirtiéndose desde entonces en un lugar de peregrinación para todas las minorías víctimas de las políticas nazis.

Imagen de la liberación de Auschwitz

De todas las instalaciones sólo es visitable una pequeña parte que incluye algún barracón, unos baños, celdas, edificios oficiales de las autoridades, exposiciones de objetos personales, etc. Estas últimas se exhiben en vitrinas acristaladas formando enormes montones en ocasiones tan grandes como una habitación. Recuerdo una especialmente impactante en la que recorrimos un pasillo acristalado bastante largo donde podías ver cantidades monstruosas de pelo humano.


En los lugares más sensibles, como el que acabamos de mencionar, está prohibido realizar fotografías.
Una vez terminada la visita de Auschwitz I un autobús gratuito nos lleva a Auschwitz II-Birkenau. Aquí se encuentra otra de las imágenes más famosas de los campos: la parada de tren a la que llegaban los presos. 


En este segundo campo además de barracones, letrinas y los restos de algún crematorio destruido por los nazis antes de la llegada de los soviéticos hay un memorial con placas conmemorativas en varios idiomas frente a un pantano en el que tiraban las cenizas de los muertos.
Personalmente, el momento más impactante del recorrido es cuando visitamos la cámara de gas. Lo digo en singular porque fue la única que sobrevivió a los intentos desesperados de destruir pruebas por parte de los alemanes ante el avance del Ejército Rojo. Si bien podría parecer que incluir este lugar en la ruta turística apela únicamente al morbo, su visita es la más respetuosa del memorial. La guía nos acompaña hasta la puerta, nos da las explicaciones históricas pertinentes sobre la habitación y nos dice que ella se quedará fuera. Entramos solos y recorremos el lugar en completo silencio, tal como lo pide un cartel en la entrada.

Entrada a las cámaras de gas

El mismo silencio nos acompañaría todo el camino de regreso hasta el centro de Cracovia.
Ya es de tarde y para finalizar el día con un mejor sabor de boca mis padres me preguntan:
_ ¿Qué es lo último que quieres hacer antes de despedirte de Cracovia?
No lo dudo ni un segundo: unas cervezas en la Plaza del Mercado.

Y hoy juega Inglaterra contra... ¿Italia?

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