No fue esta la primera vez que
se nos venía Turquía a la cabeza. A mí la cultura turca siempre me ha atraído.
Desde las migraciones tribales turcomanas del centro de Asia, pasando por la
épica Conquista de Constantinopla y el todopoderoso ejército jenízaro, hasta las
reformas progresistas del presidente Atatürk que pusieron a Turquía por delante
de muchos países europeos.
Llevábamos tiempo pensando en la
posibilidad de visitar este país. Sin embargo, no sería hasta el verano de 2013
cuando este viaje tan soñado se cristalizaría.
Sacamos tres pasajes de avión
con la compañía SwissAir por 689€. Tendríamos que hacer, tanto a la ida como a
la vuelta, escala en Zúrich.
Elegimos como fecha septiembre
con la esperanza de encontrar menos turistas y menos calor. Ese verano se habían producido una serie de graves altercados entre organizaciones de izquierda y la
policía. En España los informativos afirmaban que a causa de esto nadie
visitaría Turquía, algo positivo según ellos para el turismo español porque
aspiraban a recibir ese flujo de viajeros temerosos de encontrarse en medio de una
batalla campal.
Ahora no sé si llamarlos
exagerados o mentirosos, pero el caso es que jamás en toda mi vida he estado en
un lugar con tantos turistas como Estambul. Pero bueno, se trata de los mismos
periodistas de tres al cuarto que afirmaban tras los atentados de 2001 que
Turquía era un país peligroso para los occidentales.
Una de las verdades que uno
aprende viajando es que si nos asustáramos de todo lo que dicen por la
televisión nunca saldríamos de casa ¿verdad? ;)
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