domingo, 3 de mayo de 2015

BULGARIA EN INVIERNO - Tryavna

7 de Enero de 2015



Cuando nos levantamos la nieve ya cubre hasta el último rincón del pueblo. Miramos por las ventana y vemos el coche, que hoy no vamos a coger, completamente blanco en el parking. 



Bajamos a desayunar al restaurante del hotel, una lujosa reminiscencia de época comunista, un lugar amplísimo, con un ambiente muy acogedor, en madera, con mobiliario macizo, con grandes ventanales con vistas al pueblo y con una fina decoración navideña a base de copos de nieve y bailarinas de papel.
Bajamos por las calles nevadas hacia el centro del pueblo. De camino mi madre resbala y se cae. Mi padre, que venía tras nuestro, vino corriendo, armado con la cámara, para conseguir la ansiada foto. No pasó de ahí ;)

Aquí la susodicha foto


Tryavna es en sí un pueblo pequeño, y además de pasear por sus calles y comer en sus estupendas mejanas tiene un par de lugares de interés. El primero es el Museo de los Iconos, una amplia colección de pintura ortodoxa del siglo XIX que los entendidos afirman que es magnífica. Si te gusta el arte religioso no te puedes perder esta exposición de los doscientos pintores de iconos formados en esta población. Sin embargo, si por algo es conocida Tryavna es por ser el centro de del tallado de madera de Bulgaria. El pueblo en sí parece una obra maestra moldeada con este material. Es aquí donde aparece otra de las atracciones turísticas de Tryavna: sus casas museo.



Nosotros visitamos la Casa Daskalov, construida para Jristo Daskalov, mercader de aceite de rosa y seda. No hay mejor lugar para empaparse de la historia tallista del lugar. De las dos alas de la casa, una acoge una exposición de tallas e iconos, siendo las más notables lass pertenecientes a los reyes de la Bulgaria Medieval. 

Casa Daskalov


El otro ala está decorada como sería la casa en origen, y guarda una curiosa historia. Jristo Daskslov contrató al maestro tallista Dimitûr Oshasnetsa y a su más avanzado discípulo, Ivan Bochukovetsa. Ambos se sumergieron en una competición por la elaboración de los techos de dos habitaciones. Durante días no salieron de las mismas, mientras que fuera Daskalov y sus vecinos hacían apuestas sobre cuál sería la obra más bella. Finalmente se presentaron los resultados: Bochukovetsa realizó el Sol de Julio, que le ganó el título de maestro. 

Sol de Junio de Bochukovetsa


Sin embargo el ganador fue Oshanetsa, con su Sol de Mayo, que hizo que Daskalov le entregara a su hija en matrimonio.

Sol de Mayo de Oshanetsa


Saliendo de la casa nos encontramos con tres perros que se acercan muy amigables para que los acariciemos. Luego nos siguieron mientras paseamos al lado del río que da nombre al pueblo. Cruzándolo está la Plaza Dyado Nikola, con la Torre del Reloj a un lado y las Iglesia del Arcángel San Miguel. Sin embargo, el frío ya se siente mucho por lo que decidimos hacer algo muy búlgaro: parar a media mañana a tomar una sopa en una mejana: dos sopas y un café para mi vegetariana madre harta de sopa de legumbres, por 5lv.
Después paseamos por la calle Ángel Kunchev, la más transitada de Tryavna. No es muy larga, pero es un agradable paseo que cruza el puente que está al lado de la mejana Starata Kûshta. Tras cambiar algo de dinero en un banco regresamos a la Plaza Dyado Nikola para entrar a la Iglesia del Arcángel San Miguel.

Iglesia del Arcángel San Miguel


Bajando unas escaleras se llega a una humilde estancia de piedra y madera, que expone varios iconos y un iconostasio también de madera (obviamente). También acoge un Museo de Iconos que no visitamos (para quien le interese, la entrada es 1lv).
Frente a la iglesia está el Shkoloto, probablemente el lugar más curioso de Tryavna. Es un hermoso edificio que acogió en el siglo XIX una escuela. En torno a un patio con una fuente y una montaña de leña se encontraban las aulas y habitaciones. 

Entrando al Shkoloto


Hoy en día sólo hay una estancia que recrea una de las aulas antiguas, en la que se ven tres tipos de mesas que mostraban la evolución  en la forma de aprendizaje de la escritura de los alumnos: unas huecas que contenían arena, otras con lapiceros y otra con plumas y tinta. El alumno iba pasando por las distintas etapas hasta llegar a la más avanzada, la escritura con pluma y tinta. 

Aula y pupitres de escritura


Luego hay dos exposiciones, una de relojes antiguos y una magnífica galería con cuadros y esculturas de los hermanos Dimitûr y Nikola Kazakov. Si os atrae el arte tanto como a mí, y en especial el estilo entre cubista y abstracto de los cuadros y el naíf de las esculturas, no os lo podéis perder.
Tras comer en la mejana Starata Kûshta (¿la tercera ver que vais? Sí, id vosotros también y veréis por qué ;)) estuvimos dando vueltas por la ciudad hasta el atardecer. Intentamos ir a la casa-museo del escritor Petko Slaveykov (mi madre también lo es). Se suponía que cerraba a las 16:30 y juraría haber escuchado movimiento en su interior, pero por más que llamamos a la puerta nadie nos abrió. ¿Querrían salir antes y nosotros íbamos a molestarles a las 15:15? Quién sabe.

El resto de nuestro día no tuvo mayor interés: escribir en el diario de viaje, recontar el dinero gastado y preparar las maletas para el día siguiente.

Tryavna desde la terraza del hotel


¡Ribaritsa allá vamos!

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