2 de Enero de 2015
Suena el
despertador. Son las 8:00 y tras una ducha rápida es hora de bajar a desayunar,
esta vez sí. Una mujer mayor muy amable nos sirve unos cafés y nos trae unas
riquísimas crepes con chocolate y nata.
![](https://scontent-mad.xx.fbcdn.net/hphotos-xtp1/v/t1.0-9/1513772_1060773147281987_7144427582574225180_n.jpg?oh=cbc8b6509952873bb5ee34fa5cfa07d7&oe=55C81D15)
Desayuno en el hotel
Después del desayuno vamos a por las
maletas y cuando bajamos ya están esperándonos en recepción dos hombres de la
compañía de alquiler de coches. Tras el papeleo y la revisión del vehículo
estamos en la carretera hacia las 10:30. Alquilamos por Enterprice un Suzuki
Swift, nueve días, con ruedas de nieve y servicio de traslado al hotel por
150€. Nuestra primera parada será el Monasterio de Rila.
![](https://scontent-mad.xx.fbcdn.net/hphotos-xtp1/v/t1.0-9/10931290_1060773327281969_1208930501429294479_n.jpg?oh=546d15391a225d8106b9e5146ca3029d&oe=55C4406E)
Salir de
Sofía es relativamente fácil. Tras recorrer el bulevar Slivnitsa preguntamos en
una gasolinera por la E79. ¡Vamos bien!
Dejamos el
imponente Monte Vitosha a la izquierda y pronto nos metemos en la E79 en dirección
Kulata (el último pueblo antes de la frontera con Grecia, que sirve de
referencia como la última estación en las líneas del metro de Madrid, por
ejemplo). A pesar de la nieve, la carretera hasta el desvío hacia Rila está
completamente despejada. Una vez tomamos este camino, adentrándonos en la montaña,
la carretera pasa a estar cubierta de hielo, aunque las ruedas se agarran muy
bien. La imagen de los árboles desnudos cubiertos de nieve asemejando tener
follaje blanco es hermosa. Hacia las 13:00 llegamos a la puerta del monasterio.
![](https://fbcdn-sphotos-f-a.akamaihd.net/hphotos-ak-xpf1/v/t1.0-9/10930525_1060773900615245_8161188079653253683_n.jpg?oh=ce7a698e38ce82378413cda0038e18a6&oe=55CF5C8C&__gda__=1441136819_46aaafe6e430d57389c877077f63a266)
Espectacular camino hacia Rila
Rila,
probablemente el símbolo de Bulgaria más conocido internacionalmente, es la
mayor maravilla de la arquitectura del Resurgimiento Nacional Búlgaro. El
monasterio está rodeado por un muro de 20 metros de altura. La entrada por la
Puerta Dumnitsa ofrece la imagen más increíble del lugar: la Iglesia de la
Natividad con la Torre Hredio detrás y la imponente montaña blanca en la
lejanía.
El
monasterio gira, por supuesto, en torno a la Iglesia de la Natividad, de la cual
llaman poderosamente la atención los arcos de las columnas, de color blanco y
gris oscuro, y las cúpulas grisáceas, que me recuerdan, guardando las
distancias, a las de la Mezquita de Sultanahmet, en Estambul.
![](https://scontent-mad.xx.fbcdn.net/hphotos-xpa1/v/t1.0-9/10922881_1060774740615161_943616051318532314_n.jpg?oh=2f93f000df10f3023ad683e05d4bd450&oe=55E4DBCC)
Iglesia de la Natividad
Los murales
cubren todas las paredes, incluso las exteriores. Son verdaderamente hermosos y
merece la pena dedicar algo de tiempo a verlos. El hecho de que esté prohibido
fotografiar los interiores empuja a los viajeros a prestar más atención, para
deleite de la vista.
![](https://scontent-mad.xx.fbcdn.net/hphotos-xtf1/v/t1.0-9/1509272_1060775010615134_5361924943863149014_n.jpg?oh=572b11538ba5d947c6a5d40c5d081fde&oe=55C75FE6)
Frescos exteriores
A la
derecha se encuentra la tumba del rey Boris III, muerto en 1944, y al fondo, el
iconostasio. Esta maravilla tallada en oro durante tres años está repleta de
imágenes bíblicas.
La mayor
parte de los visitantes son devotos, y no turistas, por lo que no sufre la
“frivolización” como otras joyas religiosas de Europa.
Tras la
Puerta Samokov hay varios puestos con souvenirs y un lugar donde venden unos
ricos bizcochos similares a las tortafritas uruguayas.
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Como no queremos
llegar de noche a nuestra próxima parada, Sandanski, decidimos pegar la vuelta
sin visitar el Museo del Tesoro (para quien le interese, la entrada son 8Lv).
Las pocas horas de luz es una de las grandes dificultades a la que se
enfrentarán los viajeros en esta época, aunque la nieve rebosante la da a estos
lugares un misticismo inexplicable. Abandono el lugar sin poder quitarme de la
cabeza que si vuelvo a visitar Rila, pero sin nieve, no será lo mismo.
De regreso
a la “carretera principal”, nos detenemos a comer en un restaurante llamado
“Pastra”, que os recomiendo sin lugar a dudas. Un hombre simpatiquísimo nos
abre una pesada puerta corredera y accedemos a un pequeño comedor con coloridos
manteles y bancos de madera recubiertos de lana de oveja. A un lado, una
quematutti (estufa salamandra, como dicen en España), donde el dueño está
preparando un té que luego nos ofrece con miel y limón. Tomamos tres sopas, dos
platos de pollo asado, unas verduras asadas y una ensalada (más postre y café)
por 42Lv.
![](https://scontent-mad.xx.fbcdn.net/hphotos-xpa1/v/t1.0-9/10917113_1060776257281676_1010930681434708812_n.jpg?oh=9a565a028a97b2ae8f3af537a9c61fdd&oe=55C87D66)
Restaurante Pastra, recomendadísimo
Con el
estómago lleno y tras regresar a la E79 conducimos durante unas horas en
paralelo al río Struma. Así, cuando llegamos a Sandanski ya está oscureciendo.
Sandanski
es una pequeña ciudad en la que no estaba en nuestros planes parar, pero mi
padre insiste. Resulta que, al parecer, fue en este lugar donde nació
Espartaco, el gladiador tracio que lideró una revuelta de esclavos contra el
Imperio Romano en el s. I a.C. A la entrada de la población se ve una estatua
que homenajea al luchador. Acceder a la zona de la estatua no es fácil, porque
hay que ir a través de unos barrios residenciales. Una vez arriba las vistas
superan a la propia estatua.
![](https://fbcdn-sphotos-c-a.akamaihd.net/hphotos-ak-xpa1/v/t1.0-9/15504_827274063977883_6297497026475273249_n.jpg?oh=1a8632d12415031dff3de19fccd10a31&oe=55D452F0&__gda__=1440024717_e30a86532d9ef4a6404a3df91fb22d70)
Estatua de Espartaco en Sandanski
Al pueblo
de Melnik se llega a través de una carretera secundaria paralela a la frontera
con Grecia, no a muchos kilómetros de aquí. Cuando llegamos ya es de noche, y
nos damos cuenta de que en este diminuto pueblo de unos pocos cientos de
habitantes hay más ambiente navideño que en toda Sofía.
Obviamente
encontrar el Hotel Mario donde nos alojamos no nos supone ninguna dificultad.
Un hombre muy simpático nos acompaña a la habitación sin pedirnos siquiera la
reserva. Se esfuerza en expresarse con palabras sueltas en varios idiomas. Al
llegar a la habitación dice, literalmente: “Morgens… tomorrow… zakuska in
mejana… Acht, Neun, Zehn… no problema” (por la mañana el desayuno en la mejana
a las ocho, nueve o diez).
Tras
ducharnos cenamos lo que habíamos comprado en un puesto cerca de Rila y nos
acdostamos en unas camas probablemente diseñadas por faquires. Va a ser una
noche dura.
Seguiremos mañana viendo Melnik y el Monasterio de Rozhen
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