domingo, 3 de mayo de 2015

BULGARIA EN INVIERNO - Monasterio de Rila y llegada a Melnik

2 de Enero de 2015




         Suena el despertador. Son las 8:00 y tras una ducha rápida es hora de bajar a desayunar, esta vez sí. Una mujer mayor muy amable nos sirve unos cafés y nos trae unas riquísimas crepes con chocolate y nata.

Desayuno en el hotel


        Después del desayuno vamos a por las maletas y cuando bajamos ya están esperándonos en recepción dos hombres de la compañía de alquiler de coches. Tras el papeleo y la revisión del vehículo estamos en la carretera hacia las 10:30. Alquilamos por Enterprice un Suzuki Swift, nueve días, con ruedas de nieve y servicio de traslado al hotel por 150€. Nuestra primera parada será el Monasterio de Rila.



         Salir de Sofía es relativamente fácil. Tras recorrer el bulevar Slivnitsa preguntamos en una gasolinera por la E79. ¡Vamos bien!
         Dejamos el imponente Monte Vitosha a la izquierda y pronto nos metemos en la E79 en dirección Kulata (el último pueblo antes de la frontera con Grecia, que sirve de referencia como la última estación en las líneas del metro de Madrid, por ejemplo). A pesar de la nieve, la carretera hasta el desvío hacia Rila está completamente despejada. Una vez tomamos este camino, adentrándonos en la montaña, la carretera pasa a estar cubierta de hielo, aunque las ruedas se agarran muy bien. La imagen de los árboles desnudos cubiertos de nieve asemejando tener follaje blanco es hermosa. Hacia las 13:00 llegamos a la puerta del monasterio.

Espectacular camino hacia Rila


         Rila, probablemente el símbolo de Bulgaria más conocido internacionalmente, es la mayor maravilla de la arquitectura del Resurgimiento Nacional Búlgaro. El monasterio está rodeado por un muro de 20 metros de altura. La entrada por la Puerta Dumnitsa ofrece la imagen más increíble del lugar: la Iglesia de la Natividad con la Torre Hredio detrás y la imponente montaña blanca en la lejanía.
         El monasterio gira, por supuesto, en torno a la Iglesia de la Natividad, de la cual llaman poderosamente la atención los arcos de las columnas, de color blanco y gris oscuro, y las cúpulas grisáceas, que me recuerdan, guardando las distancias, a las de la Mezquita de Sultanahmet, en Estambul.

Iglesia de la Natividad


         Los murales cubren todas las paredes, incluso las exteriores. Son verdaderamente hermosos y merece la pena dedicar algo de tiempo a verlos. El hecho de que esté prohibido fotografiar los interiores empuja a los viajeros a prestar más atención, para deleite de la vista.

Frescos exteriores


         A la derecha se encuentra la tumba del rey Boris III, muerto en 1944, y al fondo, el iconostasio. Esta maravilla tallada en oro durante tres años está repleta de imágenes bíblicas.
         La mayor parte de los visitantes son devotos, y no turistas, por lo que no sufre la “frivolización” como otras joyas religiosas de Europa.
         Tras la Puerta Samokov hay varios puestos con souvenirs y un lugar donde venden unos ricos bizcochos similares a las tortafritas uruguayas.



         Como no queremos llegar de noche a nuestra próxima parada, Sandanski, decidimos pegar la vuelta sin visitar el Museo del Tesoro (para quien le interese, la entrada son 8Lv). Las pocas horas de luz es una de las grandes dificultades a la que se enfrentarán los viajeros en esta época, aunque la nieve rebosante la da a estos lugares un misticismo inexplicable. Abandono el lugar sin poder quitarme de la cabeza que si vuelvo a visitar Rila, pero sin nieve, no será lo mismo.
         De regreso a la “carretera principal”, nos detenemos a comer en un restaurante llamado “Pastra”, que os recomiendo sin lugar a dudas. Un hombre simpatiquísimo nos abre una pesada puerta corredera y accedemos a un pequeño comedor con coloridos manteles y bancos de madera recubiertos de lana de oveja. A un lado, una quematutti (estufa salamandra, como dicen en España), donde el dueño está preparando un té que luego nos ofrece con miel y limón. Tomamos tres sopas, dos platos de pollo asado, unas verduras asadas y una ensalada (más postre y café) por 42Lv.

Restaurante Pastra, recomendadísimo


         Con el estómago lleno y tras regresar a la E79 conducimos durante unas horas en paralelo al río Struma. Así, cuando llegamos a Sandanski ya está oscureciendo.
         Sandanski es una pequeña ciudad en la que no estaba en nuestros planes parar, pero mi padre insiste. Resulta que, al parecer, fue en este lugar donde nació Espartaco, el gladiador tracio que lideró una revuelta de esclavos contra el Imperio Romano en el s. I a.C. A la entrada de la población se ve una estatua que homenajea al luchador. Acceder a la zona de la estatua no es fácil, porque hay que ir a través de unos barrios residenciales. Una vez arriba las vistas superan a la propia estatua.

Estatua de Espartaco en Sandanski


         Al pueblo de Melnik se llega a través de una carretera secundaria paralela a la frontera con Grecia, no a muchos kilómetros de aquí. Cuando llegamos ya es de noche, y nos damos cuenta de que en este diminuto pueblo de unos pocos cientos de habitantes hay más ambiente navideño que en toda Sofía.
         Obviamente encontrar el Hotel Mario donde nos alojamos no nos supone ninguna dificultad. Un hombre muy simpático nos acompaña a la habitación sin pedirnos siquiera la reserva. Se esfuerza en expresarse con palabras sueltas en varios idiomas. Al llegar a la habitación dice, literalmente: “Morgens… tomorrow… zakuska in mejana… Acht, Neun, Zehn… no problema” (por la mañana el desayuno en la mejana a las ocho, nueve o diez).
         Tras ducharnos cenamos lo que habíamos comprado en un puesto cerca de Rila y nos acdostamos en unas camas probablemente diseñadas por faquires. Va a ser una noche dura. 


Seguiremos mañana viendo Melnik y el Monasterio de Rozhen


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Eres bienvenido. Deja tu opinión o comentario.