3 de Enero de 2015
Nos
levantamos temprano, preparamos las cosas y bajamos la escalinata de piedra de
al lado de nuestro hotel. El hotel no tiene en sí recepción. En su lugar tiene
una pequeña tienda y al lado una tradicional y acogedora mejana donde sirve el
mismo hombre que nos enseñó la habitación la noche anterior. Nos reconoce al
entrar y con una amplia sonrisa nos indica que nos sentemos.
Complex Mario
¿Café o té? En
unos minutos viene con un plato con tres tortafritas para cada uno, un
recipiente con mermelada de arándanos, un enorme pedazo de queso sirene y un
bol con yogur agrio. Gesticulando nos indica que mezclemos las cosas. Le
contesto en ruso y se le ilumina la cara. Su madre era rusa y él habla un poco
el idioma. Me recomienda que visitemos el Monasterio de Rozhen, cercano al
pueblo, y la Casa Kordopulova. ¡Pues vamos allá!
Paradita para hacer fotos
El
paisaje de camino al monasterio es fantástico. Una vez allí las vistas de las
peculiares formaciones rocosas de la zona son una delicia. De camino vemos a
muchos ancianos subiendo, puesto que se trata más de un lugar de culto que de
una atracción turística.
Monasterio de Rozhen
El
Monasterio de Rozhen, fundado en 1220, se trata de una iglesia, la del
Nacimiento de la Santa Virgen, rodeada por una estructura hexagonal en forma de
fortaleza. Su arquitectura es mucho más sencilla que la de Rila. A la misma
entrada hay un mural muy interesante que recrea una escalera por la que
ascienden los hombres, a su derecha los ángeles les ayudan a subir y a su
izquierda los demonios intentan hacerlos caer y arrojarlos a las fauces de un
monstruo. Es claramente la representación del camino iniciático.
Fresco a la entrada de la iglesia
La iglesia
tiene una sala que la antecede, donde los fieles dejan las famosas velas (así
consiguen mantener los frescos del interior intactos). Una puerta a mano
derecha da paso a la iglesia. A los lados, dos filas de asientos para los monjes
puestas una frente a la otra. Unas pequeñas ventanas con unos maravillosos
vitrales iluminan el iconostasio, de una maestría admirable. Somos los únicos
turistas, y a la salida vemos a un grupo de feligreses hablando con un monje.
Merece la pena dedicar algo de tiempo a deleitarse con los detalles del lugar
tanto del interior como de los patios.
Una vez de regreso a Melnik
comenzamos a subir por la calle que bordea al río Rozhenski, afluente del
Melnishka, que pasa en un lateral. El ayuntamiento moderno y las diferentes
"kûshtas", o casas, que ahora son mejanas, se suceden una tras otra.
Al lado del puente está el konak, el ayuntamiento otomano, antaño un bellísimo
edificio y hoy una ruina que lucha por no venirse abajo. Casi al final del pueblo,
atravesando los restos de la destruida iglesia de Santa Bárbara, de la que los
habitantes han hecho un pequeño altar, se llega a la Kordopulova Kûshta, una
casa de 1754 de estilo del renacimiento búlgaro elevada sobre unos muros de
piedra y construida sobre la mayor "izba" (bodega) de la población,
que serpentea por el interior de la colina.
Casa Kordopulova
Por 3lv puedes contemplar las forma
de vida de las clases medias de esta zona de Bulgaria, pasear por los túneles
de la izba entre barriles y degustar una copa de vino, dulce o seco, a elegir.
Quien conozca Turquía podrá apreciar la influencia que esta nación tuvo sobre
Bulgaria durante los casi cinco siglos de ocupación otomana. Las ventanas son
de inconfundible estilo oriental y el uso de sillones a baja altura y alfombras
por doquier hacen sospechar que el "Resurgimiento Nacional" no pudo
lograr las independencia total de una un país con una cultura muy fuerte de la
que los búlgaros bebieron durante generaciones. Quizás lo más interesante sea
la cámara secreta, escondida tras una librería, que se encuentra en el comedor.
Al acabar la visita compramos en la bodega dos botellas de vino de la zona.
Interior de la Casa Kordopulova
Tras comer en una maravillosa
mejana dedicamos la tarde a exprimir lo más posible este pequeño pueblo.
Recorrimos el paseo que bordea al río Melnishka, subimos hasta la poco
accesible iglesia de los santos Petûr y Pavel, etc. Por las noche cenamos en
otro de los restaurantes típicos, esta vez al otro lado del río.
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