viernes, 22 de mayo de 2015

TURQUÍA - Introducción

                

                No fue esta la primera vez que se nos venía Turquía a la cabeza. A mí la cultura turca siempre me ha atraído. Desde las migraciones tribales turcomanas del centro de Asia, pasando por la épica Conquista de Constantinopla y el todopoderoso ejército jenízaro, hasta las reformas progresistas del presidente Atatürk que pusieron a Turquía por delante de muchos países europeos.


                Llevábamos tiempo pensando en la posibilidad de visitar este país. Sin embargo, no sería hasta el verano de 2013 cuando este viaje tan soñado se cristalizaría.
                Sacamos tres pasajes de avión con la compañía SwissAir por 689€. Tendríamos que hacer, tanto a la ida como a la vuelta, escala en Zúrich.
                Elegimos como fecha septiembre con la esperanza de encontrar menos turistas y menos calor. Ese verano se habían producido una serie de graves altercados entre organizaciones de izquierda y la policía. En España los informativos afirmaban que a causa de esto nadie visitaría Turquía, algo positivo según ellos para el turismo español porque aspiraban a recibir ese flujo de viajeros temerosos de encontrarse en medio de una batalla campal.
                Ahora no sé si llamarlos exagerados o mentirosos, pero el caso es que jamás en toda mi vida he estado en un lugar con tantos turistas como Estambul. Pero bueno, se trata de los mismos periodistas de tres al cuarto que afirmaban tras los atentados de 2001 que Turquía era un país peligroso para los occidentales.



                Una de las verdades que uno aprende viajando es que si nos asustáramos de todo lo que dicen por la televisión nunca saldríamos de casa ¿verdad? ;) 

¿Por qué Bulgaria?

Si aún no te has decidido por Bulgaria, aquí tienes algunas razones que te pueden ayudar a elegirla.

  • Por el bolsillo. Es un destino ideal para presupuestos reducidos. Y mucho más si provienes de un país con moneda fuerte.
  • Por ser un destino poco turístico. No encontrarás aglomeraciones, no tendrás que hacer colas para visitar ningún sitio, no te toparás con vendedores insistentes.
  • Por la gran calidad de la oferta hotelera. Desde las guesthouses más baratas hasta los hoteles de mayor nivel tienen excelentes puntuaciones en las páginas de valoración y en los foros de viajeros
  • Por la amabilidad de la gente. Los viajeros habituales saben perfectamente que los prejuicios no se corresponden luego con la realidad, pero si tienes la idea preconcebida de que los habitantes del antiguo Bloque del Este son fríos y distantes, te bastarán unas horas en Bulgaria para comprobar que estabas en un error.
  • Por la gastronomía. Desde la banitsa hasta la sopa tarator pasando por la kavarma, el queso sirene y el pan más exquisito que puedas imaginar, Bulgaria ofrece una variedad de platos para todos los gustos.
  • Por los monasterios. Bulgaria es a los monasterios lo que España a las iglesias, cada pocos kilómetros te toparás con uno, generalmente de bellísima arquitectura, cuidados, abiertos al público y de entrada gratuita.
  • Por la diversidad de paisajes. Aunque nosotros sólo visitamos la zona de los Balcanes, Bulgaria lo tiene todo: montaña, valles, preciosos ríos y la costa del Mar Negro.
  • Por el vino y las playas. Por algo en la Unión Soviética se referían a Bulgaria como la España del Bloque Oriental.
  • Por las carreteras. Se encuentran mucho mejor de lo esperado y, aunque cuando te sales de las principales la señalización en alfabeto latino escasea, haciéndote de un buen mapa no tendrás problema para conducir por todo el país.
  • Por la diversidad cultural. Pocos países en el mundo encontrarás con una historia como la búlgara, con un pasado medieval cristiano, islámico, nacionalista, comunista y con participación activa en las dos Guerras Mundiales con toda la carga histórica que ello conlleva. 



jueves, 7 de mayo de 2015

TURQUÍA - Llegada a Estambul

17 de Septiembre de 2013



                Por fin llega el día. Hoy toca madrugar. Son las seis de la mañana y ya estamos en pie. Por delante ocho días en Turquía.

En Barajas

                Nuestro vuelo, con la compañía SwissAir, sale del Aeropuerto de Barajas a las 9:35. Bueno, no, ese era el plan. Resulta que los fabricantes de relojes por excelencia en este caso no resultaron muy puntuales. Salimos con retraso hacia Zúrich, donde en teoría haríamos una escala de dos horas y media.
                No tenemos tiempo de conocer el aeropuerto suizo. Corremos por sus pasillos y sus freeshops con las maletas de mano en volandas para no perder la conexión. Llegamos por los pelos.
                Aterrizamos en Estambul a la hora prevista, las 16:35. Comienza la odisea. El Aeropuerto Internacional Atatürk es un hervidero de gente. No se sabe muy bien quién está en qué cola y para qué cosas. Me imagino que así debió ser la Torre de Babel. Nunca vi tal cantidad de pasaportes de lugares diferentes. Por la derecha se nos cuela un japonés, delante nos interpela un grupo de amigos mejicanos, más allá una familia afgana se apresura a repartirse los pasaportes, a lo lejos los gritos de una mujer a su marido nos resultan familiares: ¡españoles! Argentinos, saudíes, estadounidenses, egipcios, iraníes, coreanos, venezolanos, chinos, australianos, indios…
                Tras hacer la cola de los visados y pagar los 15€ pertinentes (la titular del pasaporte uruguayo no paga nada) nos disponemos a pasar por aduana. Más de dos horas en una infinita cola serpenteante que resulta agotadora. Al terminar nos encontramos nuestras maletas, solitarias, dando vueltas en la cinta. Ahora sí, hacia el metro y a poner rumbo al hotel.

Tras sobrevivir el paso por aduanas

                Desde el aeropuerto (estación de Havalimani) tomamos la línea HM1 hasta Zeytinburnu, donde hacemos un trasbordo y cogemos el tranvía de la línea TR1. Todos los transportes públicos en Estambul funcionan con unas fichas llamadas “jetones” que sirven para un único trayecto: por cada transbordo tienes que meter un jeton. También hay tarjetas de transporte que funcionan por día pero nosotros no optamos por ellas porque somos más de recorrer las ciudades a pie.

Comprando jetones para el metro

                Nos bajamos en la estación de Beyazit y nos adentramos calle abajo en Kumkapi, donde hemos reservado el hotel. Kumpaki, un barrio histórico del centro, lleva años buscando entrar en las listas del Patrimonio Mundial de UNESCO antes de venirse abajo. Es un barrio antiguo y sumamente pintoresco, con una riqueza cultural y arquitectónica importante pero muy pobre. De hecho es el epicentro donde se aglutina la mayoría de la inmigración ilegal en la capital turca. El ser declarado patrimonio de la UNESCO ayudaría a su conservación y rehabilitación. Sería una pena que por falta de medios se perdiera todo lo que tiene por ofrecer.
                No resulta fácil pero llegamos al Tom Square Boutique Hotel en la calle Behram Çavuş.  La puerta se encuentra cerrada. Llamamos con insistencia. Nos abre una recepcionista que no habla absolutamente nada de inglés y que nos hace señas de que ¡no tenemos ninguna reserva y que el hotel está completo!
                Sorprendida de que tengamos el resguardo de Booking se pone manos a la obra a buscarnos alojamiento alternativo. En su ordenador el traductor de Google nos es de muchísima ayuda. Nos alojan en un apartamento mucho más grande del que habíamos reservado a 50 metros de distancia. Ya tenemos campamento base.
                La guía Lonely Planet recomienda expresamente sólo visitar Kumkapi de día y desde luego no pernoctar. Nos parece una exageración. Es plena noche y en ningún momento hemos sentido sensación de inseguridad y eso que nos hemos perdido por sus calles buscando el hotel.
                Dejamos las maletas, nos damos una ducha y salimos a cenar. Lo hacemos a pocos metros, en la Plaza del Mercado. El ambiente nocturno es fascinante. Montones de restaurantes bien iluminados con sus terrazas en las aceras, sobre nuestras cabezas, en las calles, cientos de farolillos de papel de colores. Una legión de camareros intentando captar clientes. Músicos callejeros, gente cantando sentada a las mesas, vendedores de fez (típico sombrero otomano) y un riquísimo olor a comidas a base de pescado. Y es que si por algo es conocido Kumkapi es por ser el barrio de los pescadores.

Mi primera Efes

                En el restaurante Hoşseda hicimos, probablemente, la cena más cara del viaje. Aún así, a muy buen precio, con un trato exquisito y en un ambiente inmejorable. Comimos estupendamente y probamos nuestras primeras Efes (cerveza turca), sorprendentemente ricas.

domingo, 3 de mayo de 2015

BULGARIA EN INVIERNO - BULGARIA EN 10 FRASES



 1.     Prueba la pizza del metro de Sofía.














 2.     La tierra de los mil y un panes, a cada cual más exquisito.



3.     Morirás comiendo queso búlgaro, pero morirás feliz.



4.     ¿Turistas? ¿Eso qué es?















 5.     Si no entiendes el alfabeto cirílico estás jodido.















 6.     ¿Una cafetería donde sentarte? ¡Pero si con -6ºC se     puede tomar en la calle perfectamente!
















7.     En invierno agénciate una botellita de rakya.



















 8.     El país de los monasterios y las librerías, visita        tantos como puedas.


9.     Jabón de rosas, aceite de rosas, esencias de rosas, perfume de rosas…



 10.  El vino se congela y ahora lo sabes: si compras una botella que no duerma en el coche, ¡súbetela al hotel!


Limpiando el coche después de que explotara una botella


BULGARIA EN INVIERNO - PRESUPUESTO





             A continuación adjunto los gastos de nuestro viaje para que podáis tener una referencia. Tened en cuenta que viajamos con un presupuesto austero, sin grandes lujos y no somos amantes de hacer muchas compras.  
            

            Tres pasajes de avión: 621,94€
            Hoteles (diez noches, tres personas): 330€
            Alquiler del coche (nueve días, con ruedas de nieve y entrega en hotel): 150€
            Gastos generales para once días tres personas (comida, compras, gasolina,
             entradas…): 540€ 




            Esto es, 340€ por persona, todo incluido excepto vuelo.
            O lo que es lo mismo, 31€ por persona y día.

            Bon voyage!

BULGARIA EN INVIERNO - DÓNDE DORMIR


A continuación una breve descripción de los alojamientos que elegimos en enero de 2015.
            


Sofía. Cheap Hotel
            El Cheap Hotel de Sofía se encuentra en un barrio tranquilo a poco más de 1 km del centro y a 5 minutos a pie del metro. Tiene una recepción medianamente amplia con una pequeña barra en la que preparan los desayunos (hay que avisar que vas a querer desayunar la noche anterior y pagar 2,5€ por persona). Las habitaciones tienen televisor, escritorio y están enmoquetadas. El wi-fi de nuestra planta no funcionaba, pero la señal de la recepción iba bastante bien. Tenía baño privado. No hay bañera ni ducha independiente, ésta está incluida en el mismo aseo.



            Precio por habitación triple tres noches: 108€ (desayuno no incluido).



            Melnik. Complex Mario
            Ubicado en calle central (casi la única calle del pueblo). Regentado por un matrimonio que además del hotel tienen un pequeño supermercado y una mejana donde sirven los desayunos, comidas y cenas. Gente sumamente amable, hospitalaria y comunicativa (el dueño se esforzaba muchísimo y chapurreaba un montón de idiomas que mezclaba continuamente).
            La habitación era amplia, con calefacción, aire acondicionado y un televisor de la era comunista. Tenía una cama de matrimonio más dos camas individuales. Las ventanas daban a la calle principal, por lo tanto, si bien no tenía parking, podíamos ver el coche desde la habitación. Estaba todo muy limpio.
            Si hubiera que ponerle una pega sería que los colchones eran muy incómodos, pero nos trataron tan bien que incluso así volveríamos. De hecho el día que nos marchábamos el dueño nos regaló un vino de la zona.
            Tenía wi-fi y funcionaba muy bien


            Precio por habitación triple dos noches: 58€ (desayuno incluido, te apuesto que no lo puedes terminar).
           


            Plovdiv. My GuestRooms
            My GuestRooms es una vieja casa transformada en hotel. Se encuentra en la calle Ivan Vazov, en pleno centro de la ciudad (a 5 minutos de la Plaza Central).
            Habitación sumamente amplia, con suelos de madera, camas muy cómodas y baño moderno (aunque como de costumbre ducha en el medio del aseo). Nos alojamos en la segunda planta, donde habían unas zonas comunes que incluían una pequeña cocina que contaba con café, té y vajilla en la que podías prepararte cualquier cosa; un pequeño comedor donde podías desayunar; y un lavadero en el que tenías piletas para lavar la ropa a mano además de lavadora y secadora.
            El personal amabilísimo. El hombre que nos recibió nos dio un mapa muy detallado de los lugares de interés, nos ayudó a subir la maleta escaleras arriba e incluso nos permitió meter el coche en su parking privado para que no durmiera en la calle y para que no tuviéramos que pagar al día siguiente aparcamiento para todo el día. Tenía conexión wi-fi que funcionaba perfectamente.
            Si tuviéramos que elegir el mejor hotel del viaje sería éste. Muy recomendable.



            Precio por habitación triple dos noches: 62€.



            Tryavna. Complex Brashlyan.
            Un espectacular complejo de época comunista situado en la falda de la montaña con vistas inmejorables del pueblo desde las terrazas de las habitaciones. Está metido entre vegetación y tiene, además del edificio principal, una serie de cabañas (tipo bungalós) que también se pueden alquilar. De hecho nosotros habíamos reservado una cabaña, que eran más baratas que las habitaciones, pero gracias al temporal de nieve y a que el hotel estaba prácticamente vacío en esa época nos alojaron en una enorme suite con armarios, televisor, suelo enmoquetado e incluso un sofá.
            El complejo tiene un inmenso y precioso restaurante con ventanales desde los que se ve el pueblo. Los imponentes muebles y la decoración del hotel tenían reminiscencias de la época soviética. Todo grande y espectacular, si bien se nota que en la actualidad está venido a menos. Tiene parking privado y wi-fi. Fue el único hotel del recorrido con ducha con mampara.


            Precio por habitación triple dos noches: 46€ (desayuno riquísimo incluido).



            Ribaritsa. Hotel Fedora.
            Inmejorable ubicación a la falda de la montaña y de espaldas al río, que en enero estaba medio congelado, al lado de uno de los puentes que lo cruzan. Las vistas bellísimas. Nada más entrar tienes la recepción, una barra y una especie de cafetería-restaurante con unas cuantas mesas, todo dentro de un mismo salón. Las habitaciones están en el piso superior, al que se accede por una escalera de madera. No son muy amplias pero sí cómodas.
            Tiene wi-fi, baño privado y calefacción. Las camas son cómodas y el personal muy amable.
            Sin embargo, como menciono en la entrada “Rumbo a Ribaritsa” del diario, se ve que el dueño es aficionado a la caza mayor, siendo la decoración una abominación de cabezas colgantes, monos disecados y lapiceros en patas de elefante. Esto fue lo único que no nos gustó y que sería determinante para no repetir.



            Precio por habitación triple dos noches: 56€ (desayuno no incluido).

BULGARIA EN INVIERNO - CURIOSIDADES Y CONSEJOS

Iglesias, monasterios y velas


         Lo que más abunda en la oferta turística búlgara son los numerosos y hermosos monasterios. En nuestro viaje visitamos cuatro, además de numerosísimas iglesias, sin embargo podréis visitar prácticamente tantos como queráis, puesto que multitud de ellos están dispersados por todo el país. La buena noticia, además de que os regalaréis los ojos con exquisitos frescos e iconostasios, es que la entrada a iglesias y monasterios es completamente gratuita. Por otra parte, no se pueden hacer fotos en ninguno de estos sitios. Observad con tranquilidad todos los detalles, pues sólo os llevaréis recuerdos del lugar.

Velas en el Monasterio de Troyan


         Otra cosa omnipresente en todos los templos son las velas. Velas de verdad, no como en España, que la gente compra por entre 0,10 y 2Lv y coloca en unos candelabros como ofrenda y símbolo de devoción. En todas las iglesias hay una caseta en la entrada donde se pueden adquirid, además de numerosos recuerdos. Las velas encendidas dan sin duda un ambiente místico a los lugares de culto, aunque también contribuyen a ennegrecer los frescos. Casi todos los búlgaros que visitan las iglesias encienden algunas (muchas, en algunos casos) y aunque no seáis creyentes es una buena forma de contribuir a la manutención de los templos.
         Así que ya sabéis: guardad la cámara, abrid bien los ojos y, si queréis, dejad algo de dinero comprando unas velas.

        

Viajar en coche: alquiler y carreteras


         Prácticamente ninguno de los que piensen en ir a Bulgaria se limitará a la ciudad de Sofía. Muy al contrario, dedicaréis muchas horas a viajar a lo largo y ancho del país, y en mi opinión, la mejor forma de hacerlo es alquilando un coche. Si bien viajar en transporte público es a priori más barato, éste no llega a todos los lugares de interés y para otros sitios los autobuses son muy poco frecuentes. Así, deberéis dedicar mucha más cantidad de días para visitar los mismos lugares que con el coche, por lo que al final es posible que acabe saliendo más caro.
         Nosotros alquilamos con Enterprise un Suzuki Swift, nueve días, por 137+30 (seguro)+15 (ruedas de nieve)€. Es decir, unos 20€/diarios. Nos entregaron el coche en el hotel de Sofía y a la vuelta lo devolvimos en el aeropuerto. No hubo ningún incidente ni inconveniente. La gasolina es más barata que en España.



         En cuanto a las carreteras, la mayoría están en buen estado. No hay peajes. Entre las dos principales ciudades, Sofía y Plovdiv, está la autovía E80 (A1), amplia y moderna. El resto de carreteras están mejor de lo esperado. En invierno, las máquinas quitanieves dejan limpios los caminos a primera hora de la mañana, por lo que, a no ser que os pille un temporal, no tendréis ningún problema relacionado con carreteras cortadas. Nosotros viajamos atravesando montañas sin inconvenientes. El peor camino por el que pasamos fue el que unían las poblaciones de Rumyantsevo y Karlukovo, una carretera hecha polvo que servía de acceso a las poco visitadas Cuevas Prohodna.
         El principal problema que tendréis la mayoría es que, una vez abandonadas las carreteras principales, la señalización aparece sólo en cirílico. Por lo que sería recomendable que aprendierais su alfabeto, que no es tan difícil ;)
         Los coches deben tener una pegatina para circular llamada vignette, que corresponde al impuesto por el uso de las carreteras. Si el coche es de alquiler lo tendrá incluido, aunque si cruzáis la frontera desde otro país deberéis adquirirlo.



         En Bulgaria el límite de consumo de alcohol para los conductores está en 0,0%. Hay que tenerlo en cuenta puesto que hay zonas famosas por sus bodegas.

Comiendo por Bulgaria


         En Bulgaria vas a comer mucho y bien. La gastronomía búlgara es muy rica y tiene muchas influencias tanto orientales como occidentales.
         Los mejores lugares para comer son las llamadas mejanas (механа) unos restaurantes en los que prepara comida local casera.

Mejana en Melnik


         Los desayunos son muy copiosos. Suelen incluir yogurt agrio, pan, queso sirene, mermeladas a cada cual más rica... Pero, para los que no la conocíamos, el descubrimiento por excelencia es la banitsa, una especie de torta preparada con pasta filo en capas intercaladas con huevo y queso sirene, con la cual puedes llorar de puro placer. Ellos lo toman todo mezclado y acompañado de café solo o té (si queréis café con leche caliente debéis pedirlo expresamente).
         La oferta gastronómica es sumamente variada. A media mañana se suele tomar una sopa, la cual sirven con los ingredientes troceados. La hay de cordero, pollo, setas, alubias… sin embargo, la más característica es la tarator, una sopa fría de yogurt con pepino.

Nuestro almuerzo en Melnik


         En cuanto a las ensaladas destaca la ensalada Shopska, que se hace con tomate, pepino, cebolla y queso sirene. Yo personalmente no me iría sin probar el kavarma, una especie de estofado de carne de cerdo, verduras, hortalizas y champiñones, todo ello exquisitamente condimentado. También es destacable el mish-mash, una especie de revuelto de verduras y las truchas preparadas de distintas maneras (al menos en la zona de montaña).
         De postre pediría los kadaif, la versión búlgara de los baklavas turcos.
         Mención aparte merece el pan, puesto que lo preparan con un mimo especial. De hecho en ningún lugar nos sirvieron el pan tal cual te lo sirven, por ejemplo, en España. Tienen innumerables formas de prepararlo (horneado, frito, a la plancha…) y, lo más importante, te lo hacen en el momento. En la carta se indican los tipos de panes, sus precios y el tiempo que van a tardar en servírtelo. Si algo tienen en común todos ellos es que los condimentan mucho, con ajo, perejil, aceite de oliva… pero, sobre todo, con “sharena sol”, una sal especiada muy sabrosa.

Sharena Sol


         Por otra parte, en cuanto a la bebida, Bulgaria produce vinos de excelente calidad. De cervezas no hablaré puesto que apenas probé al ir en invierno. La bebida alcohólica nacional es el rakya, un licor de unos 40%.
         Si eres vegetariano no tendrás problema para comer. En todos los sitios donde estuvimos nos ofrecieron opciones interesantes y sabrosas sin carne. Los veganos se encontrarán las mismas dificultades que en el resto del mundo pero sobrevivirán. Tener que sobrevivir en Bulgaria un par de días a base de pan tampoco parece una tortura ;)

Idioma

         No hay forma educada de decirlo: por más que sepáis inglés en Bulgaria no os valdrá de nada. Bueno, vale, tampoco es eso. Nosotros encontramos algunas personas, sobre todo en los hoteles con las que no tuvimos problema para comunicarnos en ese idioma. Sin embargo, la gran mayoría de la gente no lo habla. Eso sí, lo pasaréis muy mal si no entendéis el alfabeto cirílico. Una vez abandonéis las carreteras principales la grafía latina desaparece, y en cuento visitéis un restaurante con poca afluencia turística el menú y la cuenta las encontraréis exclusivamente en búlgaro.

Alfabeto cirílico en el Shkoloto



         Yo tuve la suerte de que cuando fui llevaba tres años estudiando ruso, y aunque sea un idioma sólo hablado por la tercera edad se parece tanto al búlgaro como el italiano al español, y todo el mundo me entendía.

BULGARIA EN INVIERNO - Regreso a Sofía

            10 de Enero de 2015




          Regresamos temprano a la capital con tiempo de hacer una última parada antes de coger nuestro vuelo. Visitamos un museo curioso y diferente: el Museo de Arte Socialista, ubicado en la calle Lachezar Stanchev, algo lejos del centro de la ciudad. 

Estrella Roja que coronaba la Casa del Partido Comunista


          Allí se puede ver una buena recopilación de esculturas de la época comunista que fueron retiradas de su lugar de origen, algunas pinturas y una buena colección de dibujos de propaganda y de tono humorístico de temática socialista. También puedes ver una película propagandística en la tienda de regalos. El precio de entrada son 3lv por persona. La visita es interesante y merece la pena.



         Antes de dirigirnos al aeropuerto comemos en el centro y aprovechamos a hacer una visita corta a la mezquita Banya Bashi, que el día 1 de enero habíamos encontrado cerrada. Es muy bonita pero está en obras, por lo que no podemos disfrutarla en todo su esplendor. También intentamos visitar la Sinagoga, pero ¡vaya!, es Sabbat y no se trabaja. Nos quedamos con las ganas.

Mezquita Banya Bashi



         Sorpresa de fin de viaje. Al presentarnos en el aeropuerto con las tarjetas de embarque sin imprimir la compañía Wizzair nos clava 35€ euros por persona. Sí, 105€ por imprimirnos los cartoncitos pertinentes. Cuando nos quejamos en ventanilla nos ofrecieron una alternativa: perder el vuelo y empezar una vida nueva en Bulgaria. Pero espera, que hay más. Aunque se suponía teníamos los asientos reservados, parece ser que sólo nos los habían reservado en el vuelo de ida, así que el regreso lo tuvimos que ir en asientos separados. Wizzair nunca más.



Para finalizar os dejamos unos enlaces de interés: